domingo, 2 de diciembre de 2012

El enemigo común | Opinión | EL PAÍS

El enemigo común | Opinión | EL PAÍS

El enemigo común


La situación actual me ha recordado un acontecimiento histórico de la Grecia clásica, que cuento a mis alumnos como profesora de Lenguas y Cultura clásicas. La unión de todas las polis griegas contra un enemigo común, los persas, en las guerras médicas.

En el último año estamos soportando ataques sucesivos y escalonados del enemigo común. Ataque a la educación en respuesta de la cual surgió la marea verde. Ataque a los mineros con la resistencia de la marea negra. Ataque a los servicios sociales con la oposición de las milicias de la marea naranja. Ataque a la sanidad con la contestación de la marea blanca. Ataque a las farmacias a las que dejan de pagar.

Sin embargo, los ataques no se conforman solo con el sector público. Ataque al pequeño comercio y la pequeña empresa o a la cultura con la brutal subida del IVA. Cientos de pequeños negocios que se ven obligados a cerrar. Empleados de MACSA (Madrid Arte y Cultura SA) que son despedidos en condiciones vergonzosas. Ataque a los empleados de la banca, con el cierre de oficinas y despidos masivos, después de haber salvado a los bancos con el dinero de la ayuda.

Cada colectivo va realizando sus huelgas y manifestaciones individualmente, reivindicando los derechos perdidos. No conseguiremos vencer al enemigo común con estos combates aislados en los que los únicos perjudicados somos nosotros mismos, ya que somos los ciudadanos los que dejamos de cobrar si hacemos huelga. Nosotros nos dificultamos la vida unos a otros con las restricciones de servicios o con las molestias en los transportes o en el tráfico o con la anulación de espectáculos.

Hay que determinar pues cuál es el enemigo común y todos juntos luchar contra él. Desde mi modesto punto de vista, el enemigo común es la clase política, podrida de corrupción, incapaz de cambiar lo que no funciona en el sistema, que da el dinero a la banca y saquea a los ciudadanos, aun sabiendo que los beneficios de algunas empresas financieras superan con creces la deuda de España. ¿Realmente desean salvar el país o sus prebendas?
Los medios de comunicación, ¿a qué bando se suman?— Charo Martínez Álvarez. Madrid.

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